[OPINIÓN] El valor de las y los dirigentes sociales
El rol que cumplen las y los dirigentes sociales como promotores de la democracia es un ámbito ignorado por muchos, inclusive por ellos mismos, aspecto que invisibiliza sus aportes significativos en la recuperación y reconstitución del aquél tejido social que fuese desgarrado por la dictadura. Una sociedad cada vez más empoderada, activa y dinámica, que exige y defiende sus derechos adquiridos, es resultado ineludible de lo hecho por cientos de miles de líderes y lideresas comunitarias y territoriales, que mantuvieron vivos los territorios y se dispusieron a poner el hombro por el fortalecimiento de sus organizaciones y el bienestar de sus miembros.
Estos avances no han sido propios de la espontaneidad, ni de condiciones azarosas, sino que representan un notorio desarrollo cualitativo de las organizaciones sociales y sus miembros por disponerse de propósitos concretos y los esfuerzos necesarios por su concreción. Esto no es una cuestión menor, precisa de un reconocimiento por aquellas mujeres y hombres quienes han entregado de su tiempo y esfuerzos por pensar y trabajar activamente con y por sus comunidades.
La dirigencia social es el mejor reflejo del debate contemporáneo y las disputas que se abren dados los conflictos propios de una sociedad que se piensa cada vez más y proyecta en el tiempo.
Este tránsito ha propiciado transformaciones en las propias formas y dinámicas de las organizaciones, que acompañadas de la generación y articulación de redes entre ellas, ha ido dinamizando los territorios y modificando a las propias organizaciones. Así, se acentúan las coincidencias versus las diferencias en el trabajo cotidiano, se traspasan competencias y se fortalecen procesos y dinámicas propias en cada tipo de organización.
Las y los dirigentes sociales son voces legitimadas y reconocidas de la ciudadanía, en un crítico escenario de desconfianza hacia las instituciones, empresarios, autoridades e incluso hacia los propios vecinos: la confianza como reflejo del trabajo realizado por los dirigentes es el mejor respaldo a su labor y trayectoria. Nuestro sistema democrático se ve fortalecido desde la base con la grandeza de las y los dirigentes sociales con los que hoy Chile goza.
En este día del dirigente social no hablamos de un ritual, hablamos de un reconocimiento a una labor que gran parte de las veces transcurre de manera soterrada
La dirigencia social es el mejor reflejo del debate contemporáneo y las disputas que se abren dados los conflictos propios de una sociedad que se piensa cada vez más y proyecta en el tiempo. Por esa razón es que me enorgullece enormemente de la cada vez más creciente cantidad de mujeres dirigentes sociales, en una sociedad que transita al justo reconocimiento de derechos de la mujer y donde ha sido ésta quien con arduo empeño ha ido conquistado más espacios. Más aún, saludo tremendamente el enorme esfuerzo para aquellas que junto con trabajar y ser jefas de hogar destinan también su vida al trabajo dirigencial en pos de sus comunidades.
En la diversidad de organizaciones que hoy co-existen en nuestro país, debe ser el dialogo nuestra herramienta fundamental: el puente para avanzar al Chile del mañana, donde entendamos que todas las voces tienen cabida, donde la diversidad da riqueza al debate y permite obtener coincidencias enriquecidas por la diferencia. Sin embargo, hoy aún persisten pensamientos que encubiertos por el velo de la discriminación, los que poco a poco se van visibilizando e históricamente comienzan a organizarse. Sin importa la forma, somos testigos de primera fuente de la creciente cantidad de organizaciones y también de la enorme disposición de sus dirigentes por capacitar y perfeccionarse en el oficio de la dirigencia social.
Nuestro rol como gobierno en este sentido siempre fue dotar de mayores herramientas a las y los dirigentes sociales, quienes representan una pieza clave para la construcción de una sociedad plenamente democrática. En estos años, sólo en lo que compete a lo realizado por la División de Organizaciones Sociales en materia de formación y capacitación de dirigentes sociales, hemos alcanzado a las 55.878 personas, de las cuales 16.147 son hombres (29%) y 39.731 mujeres (71%). Esto significa que hemos colaborado activamente en el fortalecimiento de las organizaciones a través de sus miembros y dirigencias, pudiendo pensar y trazar nuevos desafíos en lo que el tejido social respecta y permite visualizar un nuevo ímpetu en la participación ciudadana en la gestión pública.
En este día del dirigente social no hablamos de un ritual, hablamos de un reconocimiento a una labor que gran parte de las veces transcurre de manera soterrada, volviéndolo algo obvio, que no precisa relevar. Sin embargo, nuestro país provee cada vez más una enorme cantidad de dirigentes sociales de tremendo valor, de alta calidad y dedicación.
No son menores los avances desarrollados para el fortalecimiento de la sociedad civil, para la formación de dirigentes y por la construcción de un Chile más democrático. Ahora, con estos breves años recorridos, aún nos restan múltiples tareas y desafíos por solventar, pero tengo la confianza plena que con la voluntad política que hemos demostrado, acompañada de la tremenda disposición de las y los dirigentes sociales de nuestro país, podremos más temprano que tarde alcanzar los sueños que antes nos parecían lejanos y trabajando juntos codo a codo haremos de Chile un país en igualdad de posiciones, más justo y democrático.
Camilo Ballesteros Briones
Director
División de Organizaciones Sociales